Homilía - P. Neiber Cabrera
(Religioso Camilo)
Hoy es un día especial porque Dios nos bendice con la
presencia de Sor Bianca, quien ha asumido un nuevo reto en su vida, como
discípula misionera de Jesucristo en Argentina. Su sí generoso al Señor en el servicio
de guiar a la Provincia es motivo de alegría y profundo agradecimiento al
Señor.
El pasaje del Evangelio que meditamos hoy es el de
Mateo 16, 21-27. En él, encontramos dos elementos íntimamente relacionados: el
primero es que Jesucristo anuncia por primera vez a sus discípulos que va a
padecer muchos sufrimientos y ser condenado a muerte; el segundo elemento contiene
los requisitos que se necesitan para seguir a Jesús. Aquí hago una breve
reflexión partiendo de este segundo punto.
Dice Jesús: “El que quiera venir detrás de mí, que
renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”. En estas palabras de
Jesús, el discípulo de Cristo encuentra una invitación a salir de sus propios
intereses y a experimentar felicidad en la apertura a la acción de Dios. Es la
llamada de Dios al don de uno mismo. En palabras del Papa Francisco: salir de
uno mismo e ir al encuentro de los hermanos, dejar de ser autorreferenciales y
fomentar la cultura del encuentro con Dios y con los hermanos.
El discípulo debe aprender a renunciar a sí mismo en
todas sus dimensiones, para quedarse liberado de muchas ataduras en este mundo.
Solo así estará dispuesto a realizar la misión que Dios le encomienda. Este es
el caso de nuestra hermana Bianca, quien un día dijo sí al Señor respondiendo a
la llamada vocacional y renunciando a las falsas afirmaciones personales en
este mundo del dinero, la belleza o las amistades personales, etc. Ella confió
plenamente su vida en nuestro Señor y una vez más como todo buen discípulo,
asume la misión de animar y guiar a las hermanas de la Provincia, misión
encomendada por la Divina Voluntad, como diría el P. Luis Tezza.
En el seguimiento de Cristo, la renuncia a uno mismo
significa para el discípulo disposición del corazón y apertura a los nuevos
retos de la vida, incluso a cargar con las cruces de cada día. Podríamos decir
que no hay seguimiento de Cristo sin cruz. Por eso, en esta nueva misión como
discípula misionera de Cristo, nuestra hermana Bianca debe considerar la posibilidad
de la cruz en el camino y estar para cargarla cuando llegue con la fortaleza y
confianza del Señor Jesucristo.
Nuestra esperanza de discípulos está puesta en las
palabras del Señor “el que pierda su vida por mí, la encontrará”. Es una
decisión de perder la vida, entendida en sentido de donarla y ofrecerla por
amor en el amor para encontrarla, porque hay más felicidad en dar que en
recibir. El sacrificio y la cruz permiten al discípulo recibir nuevamente su
vida purificada y liberada del egoísmo y de la muerte, porque es más grande la
alegría y esperanza que nos da la misión de evangelizar.
Abrimos el corazón a Jesucristo para que nos haga sus
verdaderos discípulos, nos permita conocer la alegría, el consuelo y la
fortaleza en medio de las adversidades. Nuestra madre la Virgen María,
prototipo de discípulo, guíe especialmente a Sor Bianca en su misión.
MUCHAS FELICIDADES
QUERIDA SUPERIORA
BUENA MISION!
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